Aunque puse muchas expectativas a la novela por el argumento, por el premio y por desarrollarse el inicio de la trama en un aeropuerto, justo el sitio en el que comencé a leer el libro, al final resultó ser pedante y pastelera, con un exceso de descripciones de sentimientos con una metáfora redundante que no viene a cuento y como metida a calzador. Los diálogos muy mal construidos, entre los bonitos palabros que introduce y la rigidez de las conversaciones, parecen de todo menos expontáneas. De todas formas la lectura me enganchó, una vez superada la pastelada.No me extraña que Marsé haya dicho que es la novela menos mala del concurso. Aunque no he leído las demás, ésta está rozando la mediocridad, para mi gusto.