Reseña de Lorenzo Martínez · Nota: 9,2 · Reseña en FantíficaEl futuro es incierto, pero las directrices que se toman en el presente sin duda lo moldearán. O por el contrario llegará un momento de inflexión en el que el mundo (en realidad sus habitantes) elegirá un camino que no favorezca a todos por igual, tan solo a los poderosos, a los ricos, a las multinacionales. Ese es el terreno por el que se mueve Richard Morgan en su novela Leyes de mercado, una realidad alternativa ubicada unos cuantos años en el futuro (no demasiados) que, aun sin dejar de ser ficción, puede reflejar bastante bien gran parte de la realidad, o en lo que llegará a convertirse el mundo si sigue el mismo rumbo que ahora lleva.La literatura de este escritor londinense afincado en Glasgow no se caracteriza precisamente por ahondar en universos halagüeños, ni siquiera para la especie humana. Está todo en decadencia, o bien ese decadentismo ha sido superado y la población se encuentra dividida por un abismo insondable. Los ricos de Leyes de mercado lo tienen todo (los pijos trajeados aburridos de su existencia si no gastan dinero a espuertas y hacen ostentación de ello), mientras que los pobres hace tiempo que dejaron de tener algún posible futuro o comodidad. Y a esa diferencia de clases apela Leyes de mercado, pero la novela de Morgan va más allá y toca otros temas afines como el capitalismo, la globalización, el neoliberalismo, la ética de cierto tipo de actos y, además, la deshumanización del ser humano. En un mundo regido por la violencia y donde lo más relevante es el dinero, hay que tomar decisiones tajantes y frecuentemente asociadas con despojar a los seres humanos de toda dignidad y de lo que les hace, en definitiva, humanos. Eso es Leyes de mercado, la ley del más fuerte, y donde Morgan apunta muy alto para convertirse en una novela más que recomendable, quizá única en su clase.Porque Leyes de mercado no es solo una novela más de ciencia ficción, es también la unión de diversos elementos que la vuelven un entretenimiento muy notable y quedan grabados a fuego en la mente del lector. Es la exploración y la conjugación de escenas de acción protagonizadas por coches último modelo y repletos de alta tecnología. Tiene algo de thriller empresarial, algo de novela negra, algo de George Orwell, de Blade Runner, de Mad Max, de La hoguera de las vanidades de Tom Wolfe y de American Psycho. Sin olvidar la permanente alusión a J. G. Ballard, con el tema automovilístico que encierra algo sensual y con poder sobre los demás seres humanos. Los coches son en Leyes de mercado una marca de la casa, la forma en que se cierran los contratos de negocios y los inversores en el mundo que idea Morgan. Negociaciones «agresivas» y auténtica violencia a la carta donde los que sobreviven son los más fuertes. ¿Hubiera alguien pensado que cerrar de esta manera los negocios sería una forma tan efectiva como cualquier otra?Pero por encima de todo, estamos frente a la historia de Chris Faulkner, un ejecutivo trajeado que trabaja para Shorn Associaties, persiguiendo la opción (como cualquier persona en este mundo) de ascender más y más en un entorno donde el trabajo es un bien preciado y donde si no ganas pasta gansa, eres un ser deplorable del extrarradio, un pandillero o un muerto de hambre que no puede aspirar más que a comer alimentos atestados de aditivos y conformarse con el único entretenimiento de su pequeño televisor. Leyes de mercado sigue el proceso de deshumanización de Chris, su camino hacia tierras cada vez más pantanosas y los cambios que sufren la relación con su esposa, su función en la empresa y sus aspiraciones inmediatas. Morgan hace un trabajo fantástico con todos los personajes de la novela, desde Carla (su mujer), pasando por Mike Bryant (el compañero laboral y amigo de Chris) hasta los extras o secundarios.Chris es el antihéroe de Leyes de mercado, en quien se centran nuestras miras por su forma de comportarse ante situaciones extremas, ante el estrés de su trabajo, el distanciamiento de su mujer y, en resumen, ante todo lo que le aleja de ser un héroe o una persona que busca el bien común. El hecho de trabajar para una empresa como Shorn Associates ya debería ser sinónimo de antihéroe, pero Richard Morgan introduce elementos de su propia cosecha característicos de toda su producción literaria. La premisa de que al autor nunca le han interesado los reyes, la princesas ni los granjeros de buen corazón que llegan a ser héroes deja a las claras su postura sobre sus propias historias (sustituid aquí los reyes por ejecutivos, las princesas por secretarias y los granjeros de buen corazón por novatos trajeados que quieren cambiar el mundo y ya tenemos Leyes de mercado).Es por eso que en la novela no hay héroes a la antigua usanza, tampoco ningún tipo de épica, sino que todo tiene un cariz apocalíptico, de mundo destinado a ser como es, porque si algo funciona de esa manera será muy difícil que cambie en el futuro. Y más con una clase dominante que ha conseguido poner la bota en el cuello a las demás. La progresión del héroe como tal no existe, así que no esperéis idealistas adinerados ni transgresores que quieran hacer del mundo un lugar mejor. En Chris Faulkner podemos encontrar mucho de la mitología nórdica relacionada con los héroes que tanto gusta a Morgan, desde su caída en decadencia —el ingreso de Chris en Shorn Associates—, su progresión dentro de la organización, con la posición que ocupa en la empresa y los beneficios que le hace ganar, y sus manos manchadas de sangre. Quienes hayan leído Leyes de mercado podrán identificar muchos de los elementos que tienden a caracterizar la obra del autor, como por ejemplo el tema de las megacorporaciones y lo poco que les importa usar a los más débiles para su propósito, algo que también se da en videojuegos como Crysis 2 o Syndicate (ambos escritos por Morgan para EA Games).En resumen, Leyes de mercado es una excelente novela, con un ritmo muy bien establecido, una narrativa sólida y unos diálogos que fluyen como la espuma. Por lo demás, la novela tiene grandes cualidads que la convierten en algo especial y original, aunque al mismo tiempo podamos reconocer muchos de sus elementos. Totalmente recomendable y un buen exponente de la literatura de género anglosajona.
In "Market Forces", Richard Morgan imagines a near-future Britain future in which large consultancies make money by sponsoring small wars and then selling arms and services and splitting the spoils. Work is put out to tender via Requests for Proposals but the competing teams literally fight to the death in ritualized street combat to win them. The gap between rich and poor has widened. Road use is restricted to an elite, who use their cars as personal combat weapons, attempting to assassinate or disable each other to win status by taking the conquered person's plastic from their dead or bleeding bodies.The premise is a deliberate exaggeration but the spirit it embodies reflect my experience of how it feels to work in large elite consultancies.At first glance, "Market Forces" seems to be a very different book from the body-switching, space-traveling worlds of the Kovacs books that made Richard Morgan's reputation but the themes are the same, they are just a lot closer to home, which I found made them much more disturbing.As usual, Richard Morgan's writing is taut, his storytelling is compelling, his sex scenes are highly charged and his action sequences are cinematographic.Yet when I look beyond the up-close-and-personal violence and the gritty sex scenes, I see a book powered by anger. The anger of a man who has clawed his way up into a "winning" position in a society set up to keep him down. He is aware that the price of winning is to turn himself into the sort of person he despises. He understands how shallow and transitory winning is and that he is always one step away from becoming a loser. He is angry at the system, angry at himself for playing the game and for being so damned good at doing this thing that society values and that he abhors, angry at his wife for making him acknowledge that he wants something different but is unable to let go of what he has.That all felt fairly real to me. On a more muted, boring, socially acceptable scale, I've been there and done that and I recognize the taste it leaves in my mouth.Morgan's near-future world is a mirror help up to our own and a much more unforgiving and politically charged mirror than most Science Fiction offers. Richard Morgan, who studied history a Cambridge, once said: "Society is, always has been and always will be a structure for the exploitation and oppression of the majority through systems of political force dictated by an élite, enforced by thugs, uniformed or not, and upheld by a willful ignorance and stupidity on the part of the very majority whom the system oppresses."In "Market Forces" the thugs are venture capitalists/armsdealers. Faulkner, the main character, has the capacity to be one of the most effective thugs and to reap all the rewards that winning implies. Except, the price seems to be losing the ability to look himself in the eyes in the mirror.Richard Morgan's book has been criticized for having an unrealistic premise. Sadly, I find the basic economics very credible. In any given year between 1945 and 2007 there have been 30+ wars going on somewhere in the world (go here for the details). In 2013, Britain was the world's fifth largest arms exporter, with sales recorded as $1,394m ( go here for the details) but the big money is now with security contractors firms who make billions of dollars from conflict. If you doubt the credibility of Morgan's premise go here to the home page of ACADEMI, formerly Blackwater, who are a leader in their field and who offer: “stability and protection to people and locations experiencing turmoil.” And it works with “federal, state and local government clients, global commercial customers, numerous law enforcement and intelligence organizations and agencies and allied governments worldwide.”
Do You like book Market Forces (2005)?
Reseña: http://www.fabulantes.com/2013/10/ley..."(...) Leyes de mercado muestra un carácter esencialmente visual, donde a través de la letra podemos también acceder con facilidad a la imaginación de escenarios, de lugares, de situaciones o, incluso, el lugar en el espacio que ocupan los personajes. La historia se mueve a una velocidad vertiginosa. El protagonismo total de Chris Faulkner permite transiciones fluidas entre personajes, tiempos y tramas. Pero sobre todo es el diálogo con lo que la lectura gana fuerza. Los chispeantes toma-y-daca entre Faulkner y los demás, con réplicas de una contundencia inusitada, facilita una lectura compulsiva, casi ansiosa. Con una guinda del pastel que es un argumento con giros, sorpresas y cambios de ritmo que lo hacen imprevisible, aportándole una dosis extra de frescura."
—Fabulantes
I almost gave this book three stars, but now I realize that third star would have been for the phenomenal discussion of philosophy and economics the text sparked in my class, so assuming you are reading this for a graduate course in English, don't skim it. Otherwise...maybe skim it? Or save it for a plane ride, the beach, or similar.My experiences thus far indicate that the book appeals more to men, perhaps given its focus on fast armored cars, expensive alcohol, and the occasional porn-star sex scene (none of which mean much to me). Furthermore, it's horribly edited. By this I mean that out of the 450-some pages, I'm fairly certain a minimum of 150 of those could have been cut while maintaining the value of a somewhat intriguing premise and the majority of the plot. For example, I don't need to be told repeatedly what brand of Italian leather shoes an executive is wearing, or what everyone ate for lunch, or even that Chris picked up his dry cleaning and hung it behind the driver's seat in his Saab. Or whatever. Everyone at Shorn is rich, I get it; the food, in this case, has no bearing on whether I find the characters believable; and nothing ever even happens with the dry cleaning! What a waste of paragraphs. I would have believed what the zones were like with one trip as opposed to several, and I find the so-occasional-they're-almost-non-existent-but-then-they-appear-when-Morgan-finds-them-convenient switcheroos to a totally omniscient narrator off-putting; plus I resent his laziness in the use of this device. There is just so much excess here, and while I realize that part of that may be intentional in a form-mimics-content sort of way, I find it hard to read and hard to care about.I do, though, like Chris. I like him even more as the book goes on and he arguably becomes less sympathetic and more bloodthirsty--or at least more willing to participate in a bloodthirsty system. But he is believable, he takes action, and his story's end is, to me, so fitting that it redeems much of the book. An extra note: the bibliography at the end of the book does not serve its purpose, since instead of letting me know what he's found "inspiring" (as per his intro), Morgan merely suggests his intent is to use the novel to preach--since he is now so ridiculously knowledgeable about neoliberalism and the excesses of global capitalism thanks to Noam Chomsky and Michael Moore--and then I like the societal criticism even less. I don't begrudge Morgan that the world he creates in MARKET FORCES might indeed be a plausible radical extension of capitalism, but I do think it's poorly executed. I'm generally a fan of sci-fi and am not put off Morgan forever, but his major issue here with fiction and science or economics seems to be their hasty, lazy, and ridiculous combination. I think the book could have been so much more.
—Kyle
’Leyes de mercado’, del inglés Richard K. Morgan, es una novela ágil, escrita de forma directa, con un alto contenido de violencia y sexo. La historia describe una sociedad en la que los ejecutivos de las grandes corporaciones se disputan los contratos en duelos automovilísticos, como si de gladiadores de la carretera se tratase. Y es que los ejecutivos pueden ser retados en cualquier momento por aspirantes a un puesto en estas empresas. A través del protagonista, Chris Faulkner, entramos en este mundo falto de ética y moral, con una agresividad latente, donde manda el que más dinero tiene, y donde los más desfavorecidos viven en zonas rodeadas de vallas electrificadas.Con ‘Carbono alterado’, Mogan me dejó deslumbrado; se trata de una de las mejores novelas cyberpunk que he leído. Sin embargo, ’Leyes de mercado’ no ha llegado a entusiasmarme como pensaba. Sí, es cierto, la novela puede ser leída como una crítica a la sociedad de consumo, en una situación inverosímil pero con su lógica interna dentro de lo que nos están narrando. Y con esto hay que quedarse, ya que el tema de las carreras de coches es lo de menos. En cuanto a los personajes, Morgan se esfuerza en dotarles de cierta personalidad, pero no dejan de estar algo estereotipados. En cuanto a la atmósfera, me parece que es el punto más flojo, y se echan de menos más detalles y descripciones. En resumen, entretenida sin más.
—Oscar