Leí esta novela hace tres años, y parece que ya ha pasado toda una vida.Una mañana, uno de mis mejores amigos llegó a la facultad con los ojos como platos y el pulso tembloroso a pedirme que lo hiciera. Me la tendía llena de dobleces, tachones y ceniza, como el carnet de un ex-convicto. Estaba desayunando un Red-Bull y hablándome de algunos de sus recursos con un entusiasmo desmedido mientras yo fumaba un cigarrillo detrás de otro. De vez en cuando la abría por una página al azar y resoplaba o agitaba la cabeza mientras leía un fragmento. Después la volvía a cerrar y se me quedaba mirando. Me está mirando. No dice nada; se limita a mirarme con esos ojos extraños que dan que hablar a la gente. Yo siempre digo que no es tanto lo que haga o diga, sino cómo te mira. Es como si se metiera dentro de ti, en cierta forma.Por aquel entonces nos pasábamos libros a escondidas por debajo de las mesas, traficando con ellos como si se tratara de nuevas drogas de diseño que hubieran llegado pocas horas antes en nave espacial desde un planeta lejano. Habíamos leído ya algunos fragmentos del tal Faulkner, (en voz alta, como ha de ser) y habíamos podido comprobar que las metáforas y las comparaciones se le caían de las manos como grandes uvas preñadas de jugo que al chocar contra el suelo explotasen dejándonos ensordecidos y ebrios. Aquel joven, Diego, me juró y perjuró esa mañana que en su vida había leído cosa igual, y que sabía que yo sentiría lo mismo, porque me conocía muy bien. Que el pecado y el amor y el miedo no son sino sonidos que las gentes que jamás han pecado ni amado ni tenido miedo utilizan para designar lo que jamás tuvieron ni podrán tener jamás hasta que olviden las palabras.No se equivocaba; tan pronto como leí la novela nació el mito. Pronto la leyó el otro gran miembro del grupo, nuestro querido Bachir, y quedó proclamado por fin el padre de nuestra particular generación perdida: William Faulkner.Para un grupo de jóvenes literatos interesados tanto por el estilo como por la forma, que hacían reuniones nocturnas en las cuales se leía alrededor de un cenicero o veían películas de Bergman cuando ya el entendimiento estaba seriamente perjudicado, o se ponía a todo volumen la Creedence o los Rolling como fondo para conversar sobre Hemingway (o más bien para meterse con él), aquello era el descubrimiento literario definitivo: una pequeña novela en que cada personaje era un narrador. Para la gente para la que el pecado es una mera cuestión de palabras, la salvación también lo es sólo de palabras.¿Si nosotros, siendo tan parecidos, teníamos opiniones tan dispares de las cosas, por qué teníamos que limitarnos a la visión parcial de un narrador? ¿Por qué teníamos que seguir creyendo en el dios medieval sabedor de todo y único juez de los hechos? Era posible un juego perfecto de voces a través de la cual contar una historia con una variedad de perspectivas con las que un narrador canónico jamás podría competir, y esta novela nos lo demostró.Este sureño lo hizo, y mejor que nadie. En seis semanas. Al margen del estilo, que en él siempre son palabras mayores, (y a su capacidad única de ponderarlo y no morir ahogado en él), más allá del dominio de la distinción mostrar/decir y la medida justa de la dificultad para que el relato pueda resolverse y resulte satisfactorio y no frustrante, la historia es magnífica. Lo tiene todo: la vida, la niñez, el sexo, el amor, el orgullo, el egoísmo, la muerte... Es una revisitación de la épica homérica en pleno siglo XX, con una pertinencia total de temas y desarrollo.A partir del descubrimiento de Faulkner tuvimos un referente literario al que aspirar, y según lo fuimos conociendo el mito no dejó de engrandecerse. Entendimos las parodias de Amanece que no es poco, donde un mentecato copia Luz de Agosto de "Fulner"; descubrimos que también era el padre espiritual de Juan Benet, el mastodonte literario del siglo XX español, gran autor de truños, que lo había descubierto en una librería cuando al caer un libro y abrirse por una página había podido leer: mi madre es un pez. Entonces tuvo que leerlo y sucumbir. Benet, capaz de bajarse de un tren en Alemania y gritar ¡Faulkner es Dios! cayó presa del influjo de Faulkner al igual que nosotros, como si algo hubiese de hechiceras en sus palabras, algo que te sorprende y te hace estar al instante con él o contra él.Rechazar el costumbrismo y conseguir la universalidad es mucho más difícil de lo que parece, pues la épica es un camino lleno de minas para lograr llegar a todos los lectores. Pero una épica localista, en Yoknapathawpha, un mundo propio desde la renovación literaria, eso es ya demasiado. Hay algo en Faulkner que subyuga y que marca, nunca de la misma forma, y basta para ello con mirar las obras de Vargas Llosa, Onetti, Juan Rulfo y García Márquez. ¿Qué tienen en común? Que son hispanoamericanos, pertenecen a la misma generación y son discípulos de Faulkner. Pero sus manifestaciones literarias muy poco tienen que ver entre sí.Es liviana, pero avanzan con lentitud; está vacía, pero la llevan con sumo cuidado; carece de vida, pero se dirigen unos a otros calladas palabras de cautela, hablando de ella como si, una vez terminada, estuviera dormitando, apenas animada, a la espera de despertar.Nuestras relaciones quedaron improntadas para siempre con la verdad que otorgaban las palabras del escritor del Mississippi. Nuestras reuniones se llenaron de referencias, alabanzas y bromas privadas. Hiciéramos lo que hiciéramos, parecía que en nuestros silencios estaba presente, dispuesto a soltar una boutade.Los años pasaron, y si bien el grupo se deshizo, la imagen sigue ahí. Hace tiempo que no veo a Diego, aunque me lo imagino leyendo en algún cuarto, con el cenicero bien cerca, pensando frases ingeniosas con las que poner en tela de juicio a tantos y tantos escritores. "Que me aspen, ninguno es como Faulkner". Con Bachir afortunadamente he mantenido el contacto, y sé que aún lo ama con la misma pureza de aquellos días. Creo que fuimos felices mientras estaba entre nosotros.Porque hay veces en las que un hombre ve que hasta los niños tienen más juicio que él. Pero no le gusta admitirlo ante ellos hasta que les ha crecido la barba. Y cuando los niños tienen barba, están demasiado ocupados porque no saben si algún día lograrán volver a aquel tiempo –anterior a que les saliera la barba- en que tenían juicio, y entonces ya no te importa admitirlo ante tipos que se preocupan por esas cosas de las que no merece la pena preocuparse y de las que tú mismo te preocupas.Hay cosas en la vida que importan más por lo que significan que por lo que son, como un beso en el vientre o un disparo en la sien. Para mí la grandeza de Faulkner es que importa por ambas: por lo que es, y por lo que significa.Entonces todo terminó. Terminó en el sentido de que él se fue y yo supe que, aunque lo volviera a ver, ya nunca lo volvería a ver llegar por el bosque vestido de pecado, como ataviado con un galante atuendo que ondeara hacia un lado por lo veloz de su llegada secreta.Terminó como terminan las cosas que un día han de escribirse.¿Dónde está madre? –gritó Vardaman–. Sabías que era un pez pero la has dejado irse.
بينما أرقد محتضرة حصلت على أول راوية لفوكنر وأنا في المرحلة الثانوية، كانت من سلسلة نوبل التي تصدرها المدى، ومن ترجمة جبرا إبراهيم جبرا وبعنوان (الصخب والعنف)، لم أكن أعرف فوكنر حينها، ولكن جائزة نوبل جعلته مثيراً في عيني. قلبت كياني (الصخب والعنف)، كانت شيئاً لم اقرأه من قبل، رواية كتبت بذكاء، وبروح حقيقية، وكانت ولازالت تتصدر قائمة الروايات التي أرغب في إعادة قراءتها مراراً مستمتعاً ومتعلماً. ورغم شهرة فوكنر، وأستاذيته على جيل من الروائيين الأمريكيين والأمريكيين الجنوبيين إلا أنه مظلوم في الترجمة العربية، فأهم أعماله لم تترجم بعد، كتب فوكنر الكثير من الروايات والقصص ولكن لم يترجم منها إلا حفنة صغيرة للأسف. وهذه الرواية ترجمت رغم اجتهاد المترجم بطريقة مرهقة للقارئ، ولكن كل هذا لم يخف جمال وذكاء فوكنر، وجعلني أعزم الحصول على كل أعماله وقراءتها بالإنجليزية رغم أن الروايات فقط تقع في خمسة مجلدات تزيد صفحاتها على الخمسة آلاف صفحة. يستخدم فوكنر في هذه الرواية ذات الأسلوب الذي استخدمه في (الصخب والعنف)، ألا وهو تعدد الرواة، القصة تصل للقارئ متشظية، مروية على ألسنة الأبطال، تكشف الأحداث من وجهة نظر كلا منهم، ولكن على خلاف (الصخب والعنف) والتي كان لكل شخصية فيها فصل طويل يروي فيه الأحداث كما يعايشها، تتعدد هنا الفصول وتقصر، بحيث نقفز من شخصية إلى أخرى، فمن الأب الضعيف الشخصية، إلى الابن المخبول، فالابن الصارم، وحتى الابن الأبله، وكذا وجهة نظر طفل العائلة، والفتاة الوحيدة، أما القصة فهي بكل بساطة محاولة العائلة المنكوبة إيصال جثمان الأم حسب وصيتها إلى مدينة تبعد عشرات الأميال، عن القرية التي يسكنونها، لتدفن هناك بالقرب من منزل عائلتها، طبعاً يتم ذلك في بدايات القرن العشرين وباستخدام عربة يجرها بغلان، هذه المهمة التي تبدو بسيطة، تتحول إلى كارثة رهيبة تكشف لنا شخصية كل فرد من أفراد العائلة، وبعض ماضي كلا منهم. الرواية مذهلة، فوكنر يكتب كما لا يفعل أحد، وهذه الرواية من أجمل ما قرأت منذ أعوام.
Do You like book As I Lay Dying (1991)?
As I Lay Dying is one of those titles that all readers of literary fiction get to sooner or later—for good reasons. Not only is it one of Faulkner’s most accessible titles, it is also very quickly read and less dark than some of his other work; some of the novel’s developments are, however, told with black comedy/gallows humor.As there are plenty of title summaries available here, I’m not going to bore readers with another one. I would, however, like to speak to some of the negative criticism this title receives—if that dissuades some readers, so be it; better to not attempt a title than to be disappointed by one—and, yes, I do realize the possibility of running off a potential reader who might otherwise like a title; all I can do is hope that I don’t do that. If nothing else, I might prevent a couple one-star ratings and reviews of the ‘boring’ or ‘confusing’ or ‘hated it’ varieties. Those reviews always strike me as shoving a big extended middle finger into the faces of readers who do like a particular work.Multiple narrators can be confusing—learning numerous characters at the same time, especially at the beginning of novel often is. In this case, it seems to me, helpful to remember that Faulkner isn’t introducing a family—he’s introducing members of a family—and what better way to do that than letting each tell his or her own version of the story. By that I mean, these are individual stories (narratives) about individuals; they describe how each family member sees him- or herself, how each sees their relatives, and how others, outside the family, see each and all of them. Collectively the narratives present the family and the novel. An aside, in As I Lay Dying, eyes matter—each character sees and is seen; all those descriptions of eyes are there for a reason.Stream of consciousness is another aspect of Faulkner novels that some readers often find hard to understand. Creating a certain kind of confusion is often part of how the device works. Imagine, if you will, looking inside the head of another person—imagine being able to see his or her thoughts. Would you really expect those thoughts to be linear, punctuated, all neatly organized and processed? Wouldn’t those thoughts more likely assume something of the shape or form of those of young Vardaman whose thoughts run one into another, unpunctuated, unorganized? Remember something else when you encounter this sort of writing—sometimes it’s a way to slow the reader down, force a little more attention in a particular direction. Faulkner is (in)famous for challenging use of punctuation, syntax, and grammar—his style. He’s not afraid to use dialect, contrived words, or send you to the dictionary. This is not sloppy writing, or careless writing; he does what he does for a reason. The questions that should arise when reading Faulkner (or anyone else, e.g. Cormac McCarthy—considered my some to be the heir of Faulkner’s style), is what is the author doing here and why? What does this sort of writing lend to the understanding of the story? Should I have paid more attention in rhetoric class? Why the hell did I not have a rhetoric class and how can I learn more about it? In the hands of an accomplished author, like Faulkner, it ALL matters. Enjoy the book; have fun with it, as I think that was his intention.
—Mike Puma
As I Lay Dying is a classic American novel that was written by William Faulkner. This book follows the journey of fifteen different characters as they set out to fulfil the wishes of the recently deceased Addie Bundren; which is to be buried in Jefferson. Faulkner shifts between the fifteen narrators throughout book; one of them is even the deceased; who is expressing her thoughts from the coffin. As the book continues you can see the characters develop with each narrator’s perceptions and opinions. This book is best known for its stream of consciousness writing technique; which can be one of the biggest struggles with this book. It’s a dense read and if you don’t pay enough attention and try to delve deep into this book you will struggle to enjoy it. I made the mistake of starting reading book out as like a novel and it took me a while to pull myself up and approach this novel in the right mindset. But eventually I did start enjoying this book for what it is; and that is as a piece of literature that helped pioneer the stream of consciousness narrative and the interior monologue.Faulkner was never an easy author to read but I hear this is his most accessible novel so I’m worried about reading anything else of his. I did enjoy exploring his literary style and just seeing the techniques he used for this novel but this really isn’t everyone’s idea of a fun read. There are some interesting characters in As I Lay Dying and some very ironic and dark elements to the story. As for the plot and scenery I did find it lacking but that really wasn’t what Faulkner was trying to achieve.William Faulkner has famously said that wrote the novel in six weeks and that he did not change a word of it. This in its self is a pretty impressive statement but if you look at the techniques and the novel as an overall piece of high literature this statement is more impressive that I originally thought; it makes me feel like a failure. As I Lay Dying is not going to be for everyone, it is a dense novel but for lovers of literature it is interesting to dive into something that has been analysed deeply. I’m not going to go into the side of this book because I doubt I could really do it justice. The style of this book is interesting, the prose are worth a deeper look and overall this book was just fascinating.
—Michael
I respect Faulkner, but I can't say I love him. Still, this book was something. What that something was, I'm still figuring out.The novel tells the story of the Bundren family in their quest to bury their recently deceased (well, she's alive but on her death bed when the story opens) mother, Addie. And if you thought your family was dysfunctional, you haven't read enough Faulkner yet. Think turn of the century white trash and you're getting close. The Bundrens are a muddled mass of secrets, lies, confusions, poor choices, selfishness, insanity, and grief. Each chapter is told by a different narrator, and so the story is told in tilted chunks, leaving the reader to piece together the objective truth.There are moments of comedy, and moments of tragedy, and plenty of moments of terribleness. And in the end, I'm not sure who is the heart of the novel. Not Addie, though her death is the central focus of the plot (or at least the inciting incident). Not Anse, who is too mule-headed and self-centered to make good choices for his family. Not Dewey Dell, too much caught up in her own life. Not Vardaman, too young to make much sense of the world. That leaves the three older boys, all of whom are scarred in various ways by their family, mentally, physically, emotionally. I have to admith, though, at times I feel like I have to fight more than I want to in order to understand what's happening. Faulkner is so good at taking you inside the mind that sometimes you're not even sure what exactly the character is actually thinking about. The book grew on me as I read, and it's certainly less daunting than The Sound and the Fury , but I still can't claim to be a major Faulknerian. To respect and appreciate is one thing. To enjoy is something else.
—Joel