Susanna Kearsley se precia de haber nacido en una familia de lectores. Ni tan siquiera recuerda cuándo comenzó a escribir, pero a los siete años, después de leer Mujercitas y decidir que quería ser como Jo, comenzó a escribir primeros capítulos de novelas que nunca terminaba y esta afición se prolongó durante su adolescencia. Kearsley cursó estudios universitarios de política y relaciones internacionales. Muy pronto comenzó a trabajar en un museo y con veinticinco años se convirtió en la conservadora del mismo.
Fue ese mismo año cuando su hermana la retó a dejar de escribir comienzos de novela y escribir una de una vez. Susanna Kearsley confiesa que jamás ha podido decir que no a una apuesta y a finales de aquel verano tenía terminada su primera novela. Se había enganchado completamente al vicio de la escritura: su afición se había convertido en su vocación.
En ese momento, Susanna Kearsley abandonó su empleo y comenzó a trabajar como camarera, un empleo que podía compaginar con la escritura, a la que dedicaba las noches. Su segunda novela, Mariana, se convirtió en un éxito internacional.
Diecisiete años después, se siente afortunada de dedicarse a lo que más le gusta en el mundo: contar historias.
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